JUEVES, 29 de octubre de 2020 — Los recién nacidos carecen de los circuitos cerebrales para procesar las emociones, encuentra un estudio reciente.
Unos escáneres cerebrales de recién nacidos encontraron que el área del cerebro que experimenta a las emociones no está conectada de una forma madura a las áreas que procesan a los estímulos visuales o auditivos, señalan los investigadores.
En los adultos, esas conexiones nos permiten sentir miedo cuando vemos una película de terror, o amor cuando vemos al cónyuge o a un familiar. Pero los bebés tardan unos meses en conectar lo que ven con emociones específicas, comentó la coautora del estudio, Zeynep Saygin, profesora asistente de psicología de la Universidad Estatal de Ohio (OSU).
“Es un hallazgo que en realidad no previmos. Pensábamos que esas conexiones eran maduras desde el nacimiento”, comentó Saygin en un comunicado de prensa de la universidad. “Esto sugiere que los recién nacidos analizan el contenido emocional de su entorno solo a un nivel muy básico”.
En el estudio, los investigadores compararon los escáneres cerebrales de 40 bebés, todos de menos de una semana de edad, con IRM similares de 40 adultos. Buscaban las conexiones entre la amígdala, la región del cerebro implicada en la experiencia de las emociones, y la corteza visual, que está implicada en el procesamiento de lo que vemos.
A diferencia de los adultos, los recién nacidos tenían tipos similares de conexiones entre la amígdala y todas las partes de la corteza visual y auditiva, encontró el estudio. Hubo pocas diferencias entre ellas.
“Observar este patrón en las regiones tanto visuales como auditivas fue afirmador, dado que demuestra que la amígdala se conecta con más áreas que procesan estímulos complejos, cosas que implicarían a una respuesta emocional, y no solo a las áreas que están cerca de la amígdala”, dijo la autora principal, Heather Hansen, asociada de investigación del Centro de Ciencias Cognitivas y del Cerebro de la OSU.
En los adultos, la amígdala tiene una conexión más potente con las áreas sensoriales de la corteza visual, que procesa a los rostros, los cuerpos y los objetos. Esos son los tipos de estímulos que podrían desencadenar una reacción emocional.
Pero, en los adultos, la amígdala no está conectada de forma tan potente con las regiones primarias de la corteza visual, que están implicadas en la detección de los ángulos, las líneas, los bordes y la luz, cosas que tienen un impacto emocional más bajo. Los adultos también muestran un patrón similar en las regiones auditivas.
“Creemos que los bebés necesitan más experiencia y madurez visual para poder vincularse emocionalmente con los estímulos visuales”, planteó Saygin.
La investigación tiene implicaciones clínicas, porque la amígdala tiene un rol en algunos trastornos que comienzan a una edad temprana, como el autismo y la ansiedad.
“Es esencial comprender del todo cómo la amígdala se conecta con el resto del cerebro durante el desarrollo temprano”, señaló Saygin.
Los hallazgos se publicaron en una edición reciente en línea de la revista PLOS ONE.
Más información
Aprenda más sobre el desarrollo cerebral infantil en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
— Steven Reinberg
FUENTE: Ohio State University, news release, Oct. 20, 2020
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